Si algo queda claro en estos tiempos, es que vivimos un momento marcado por la crisis capitalista, cuyos efectos sufrimos cada vez de manera más evidente. La pandemia del COVID-19 ha sido una de las primeras expresiones de una época convulsa que se está abriendo. Y que, según pasa el tiempo, en lugar de cumplir las promesas de un fin de crisis cercano, no está más que confirmando los peores pronósticos. Son ejemplo de ello el estallido de una nueva guerra imperialista en suelo europeo, el auge de la extrema derecha, la brutal violencia y criminalización hacia las personas migrantes o el progresivo expolio de nuestros salarios por el encarecimiento de la vida, con subidas del precio de carburantes y bienes de primera necesidad que parece que han venido para quedarse. Estas cuestiones agudizan cada vez más la tendencia a una mayor explotación, miseria e incertidumbre para nuestra clase. Y, por ello, ante la envergadura de los problemas a los que nos enfrentamos y el vacío político que nos deja un ciclo que lleva años agotándose, una nueva generación de jóvenes militantes de Madrid, Valladolid y otras ciudades de Castilla estamos comenzando a encontrarnos con la determinación de hacer que lo nuevo nazca antes de que sea demasiado tarde. 

Somos jóvenes que nos estamos viendo insertas en un creciente proceso de proletarización fruto de esta crisis crónica, en la que cada vez más sectores tenemos solo como propiedad nuestra fuerza de trabajo. Este proceso se da acompañado del desmantelamiento del Estado de bienestar, que ya no puede sostener los recursos necesarios para que sigamos reproduciendo nuestra vida en las condiciones de antes. Y todo esto está generando un antagonismo social creciente, un repliegue autoritario del Estado y una demostración del fracaso del proyecto socialdemócrata, por su imposibilidad, cada vez más evidente, de lograr la mejora de las condiciones de vida de nuestra clase por la vía del reformismo.

Sin embargo, ante esta crisis son múltiples las expresiones que hemos desarrollado para hacer frente a esta tendencia. Encontramos ejemplos de ello en las luchas contra los desahucios, la lucha estudiantil, los Centros Sociales Okupados, las luchas contra la violencia machista, las luchas ecológicas, la lucha sindical, etc. Estas experiencias son muestra del potencial político de nuestra clase en medio de tanta desesperanza. De ellas venimos muchas de nosotras, y es ahí donde nos hemos formado como militantes, donde hemos adquirido las capacidades para plantear ahora la necesidad de superar los límites de todas esas luchas, que se nos llevan presentando desde hace tiempo. Así, necesitamos salir de la fragmentación y construir la unidad en nuestras luchas, a través de la elaboración conjunta de una estrategia unitaria, que nos permita reunir las fuerzas necesarias en torno a un horizonte común, dotándonos de cada vez más capacidades organizadas para confrontar al capital de manera efectiva.

Por ello, planteamos hoy la necesidad de pensar en una articulación que permita que por fin todas estas luchas puedan cumplir sus objetivos: que no haya más desahucios, poner fin a la violencia machista, freno al desastre ecológico, etc. Para nosotras, esto no puede darse de otra manera que a través de la consolidación de un poder socialista efectivo, de instituciones propias que progresivamente nos vayan haciendo fuertes frente al capital, desplegando un control cada vez más efectivo sobre todos los ámbitos de la vida y aglutinadas en torno a un proyecto que busque superar todas las opresiones y violencias que genera el capitalismo. Este solo podrá ser un poder real si se construye desde la independencia de clase, pero siempre comprendiendo la clase como un sujeto amplio y diverso, que se construye en la práctica de lucha, lejos de toda lectura economicista u obrerista de la misma. Para lograr esto, debemos ser capaces de encontrar el potencial socialista en todas estas luchas y desplegarlo, tanto de manera teórica como práctica.

Nuestra propuesta para poder llevar todo esto a cabo es poner en marcha la recomposición de una estrategia socialista nueva y adaptada, tanto a nivel teórico, como a nivel político y organizativo. Esta tarea la realizamos huérfanos de un proyecto socialista, dada la derrota histórica del mismo, y, por ello, tenemos un gran reto por delante a todos los niveles. Para hacer frente a este debemos huir de cualquier asunción acrítica de las experiencias de lucha del siglo pasado. Por el contrario, queremos contribuir al proceso de elaboración de una estrategia socialista renovada, adaptada a nuestro tiempo y capaz de desplegarse en cada subjetividad oprimida y en cada ámbito de la realidad, a través de las organizaciones de la propia clase. Hablamos de un proceso político que se proponga estar a la altura de las problemáticas de la coyuntura, analizándolas adecuadamente en relación a la dinámica del capitalismo, y que, por ello, debe articularse a escala internacional, al ser esta la escala a la que está organizado el poder económico del capital. 

Para realizar esta tarea presentamos el Encuentro por el Proceso Socialista (EPS) como un espacio abierto de encuentro entre militantes, en el que nuestra apuesta es seguir formándonos y teniendo los debates necesarios para el aumento de nuestras capacidades colectivas, para así desarrollar y mejorar constantemente los medios necesarios para acercarnos a los fines de nuestra lucha, el socialismo; en definitiva, un espacio donde ir construyendo las capacidades militantes que nos permitan responder a todos los retos que se nos plantean para avanzar en este sentido. Por ello, invitamos a todo militante con voluntad socialista a contribuir y a ser parte de este proceso. Ser cada vez más, con más firmeza y claridad, nos está permitiendo poner cada vez una mayor inteligencia colectiva a disposición de esta exigente tarea. Pues, aunque aún esté todo por hacer, soplan vientos favorables para esta generación que avanza con voluntad y determinación hacia el proceso socialista.

¡Recuperar la esperanza, construir la alternativa socialista!