En nuestras conversaciones en clase, en el trabajo o con nuestras amistades cada vez va tomando mayor importancia el empeoramiento de nuestras condiciones de vida. Así, es cada vez más habitual oír hablar de paro crónico y ausencia de oportunidades, de trabajos temporales, inestables y precarios o de la imposibilidad de independizarnos cuando hablamos de las situaciones de nuestros amigos y de gente joven trabajadora cercana. De un ocio insano al que además en muchas ocasiones no podemos ni siquiera acceder porque nuestro salario no nos lo permite. De problemas de ansiedad, depresión, trastornos de la alimentación y problemas de salud mental y violencia de todo tipo. De la imposibilidad general de pensar en un futuro medianamente estable. Y de una única certeza: “viviremos mucho peor que la generación de nuestros padres”.

En nuestro contexto más inmediato, tratándose en este caso de Burgos, podemos ver como el pasado mes de septiembre se publicaba el Plan Estratégico de Juventud de Castilla y León 2022-2025 en el que, entre múltiples halagos a su propia gestión, encontramos datos que por conocidos no dejan de ser graves. Así podemos ver como la juventud proletaria de Castilla y León ve imposible su emancipación de los hogares familiares, que cada vez es más tardía, y cómo los ingresos de la juventud proletaria van disminuyendo, sumándose esto a la situación de encarecimiento generalizado de la vida. Y también cómo el porcentaje de población juvenil no para de reducirse: absolutamente todas las provincias de Castilla y León han perdido jóvenes en la última década (con porcentajes que llegan alrededor de un 20%); una cara de la brecha territorial que tiene su contrapartida en un aumento de población joven y concentración territorial en Madrid ciudad, dónde la situación de la juventud no por ello mejora (la exclusión social en jóvenes es de un 20,9%) y donde se comparten las mismas problemáticas. Al mismo tiempo, los datos confirman que se ha generalizado un modelo de ocio insano entre la juventud, con un consumo extremadamente generalizado y abusivo de alcohol y otras drogas, con el uso compulsivo de internet o con la adicción creciente al juego online y las apuestas, que acaba generando una juventud proletaria dócil y despolitizada. A esto se suma una industria cultural que condiciona nuestro día a día y que trae consecuencias como la hipersexualización o el fomento de una mentalidad aspiracional individualista entre la juventud proletaria.

En primer lugar, respecto a todos estos fenómenos queremos destacar el papel que está cumpliendo la criminalización de la juventud proletaria por parte del Estado. Así podemos ver como la juventud es hoy objeto de grandes ataques como los que vimos durante la pandemia del Covid-19, donde se prohibieron los espacios de encuentro de jóvenes y se nos culpó de la mala gestión de la pandemia. Pero también de la gran cantidad de controles policiales aleatorios, abusos de poder y vejaciones que son el día a día de la juventud proletaria, la cual sufre una persecución que es continuamente justificada por las más diversas y ridículas formas desde los medios de comunicación burgueses. Un ejemplo claro de esto es la actitud de la policía el día de nuestra inauguración del Centro Juvenil Socialista de Burgos, amenazando con identificar a cada una de las personas que asistieron a la charla, con empujones y amedrentamiento. O el juicio por el que varias jóvenes militantes socialistas de Burgos se enfrentan a 5 años de cárcel por participar en las concentraciones contra las salas de apuestas. Pero también podemos observar este proceso de criminalización y ofensiva contra los derechos de la juventud trabajadora en distintas ciudades con diferentes normativas que están adoptando una tendencia prohibitiva respecto a los locales de jóvenes (entendiendo éstos como chamizos o garajes donde socializan muchas y muchos jóvenes en ciudades como Burgos), sabiendo que este es uno de los pocos modelos de ocio que se pueden permitir muchos jóvenes por el aumento de la pobreza juvenil. Esto nos muestra cómo el autoritarismo y la supresión de derechos van en aumento a medida que se acentúa la crisis política, y que afecta directamente a la posibilidad de desarrollo de la política comunista.

Frente a esta situación que vivimos como juventud proletaria, encontramos diferentes propuestas por parte de la socialdemocracia. Sin embargo, estas, al dirigirse únicamente a los efectos de la explotación y no a sus causas, y sin comprender las raíces estructurales de la crisis, no solo son completamente inefectivas, sino que cumplen una función clara de sujeción del proletariado al marco del estado burgués. En este contexto, creemos que es necesario poner sobre la mesa que todas estas cuestiones no son fruto de la casualidad como quieren hacernos creer desde los medios burgueses, sino que todas ellas son consecuencia de una crisis que tiene sus cimientos en el propio funcionamiento del sistema capitalista. Así, la generación de una masa cada vez mayor de población excedente, con la expulsión de la fuerza de trabajo del proceso productivo, la sufrimos de manera muy particular en la juventud. Y es que, dada la dificultad para integrar la fuerza de trabajo juvenil en la producción, este se convierte en un sujeto devaluado del que se normaliza una menor retribución y peores condiciones laborales que otros sectores del proletariado. De esta forma, a nuestro juicio, debemos entender las problemáticas de la juventud proletaria no en un sentido esencialista, sino comprendiendo la juventud proletaria como aquella parte de la juventud que no tiene nada salvo su fuerza de trabajo para garantizar su propia reproducción, y que está delimitada por un conjunto de características sociales que tienen que ver con la dificultad de introducción en el mercado de trabajo, la imposibilidad de emanciparse o la dominación cultural burguesa.

Por todo ello creemos necesario incidir en que la problemática juvenil no puede escindirse del marco general de acumulación capitalista y que, por tanto, si queremos hacer frente a tal problemática es necesario vincular la actividad política en torno a este sujeto con la construcción del Proceso Socialista.

Para ello nos resulta esencial incorporar progresivamente a cada vez más sectores del proletariado en el proceso organizativo y de reflexión que se está desarrollando. Así, en el día a día, creemos que es imprescindible generar y desarrollar una organización política independiente para la clase trabajadora que se despliegue a todas las escalas donde se articula el poder burgués, haciendo frente a las diferentes problemáticas mediante la unidad de clase y trabajando por hacer del comunismo la vía para solventarlas. Proceso en el que, ante el actual cambio de ciclo y contexto de proletarización juvenil, las y los jóvenes debemos tomar un papel decisivo.

En este sentido, a nuestro juicio un primer paso para avanzar en este proceso es generar espacios dónde la juventud proletaria pueda, de manera incipiente, comenzar a organizarse. Y es por ello por lo que consideramos especialmente esperanzador el surgimiento de proyectos como el Centro Juvenil Socialista de Burgos, que estamos poniendo hoy en marcha.

Entre otras muchas funciones, este es un espacio dónde queremos poder darle la importancia necesaria a la formación teórica frente al papel secundario al que esta había sido relegada en nuestras militancias anteriores. Pues vemos cómo, tras la derrota del comunismo revolucionario en el pasado ciclo y la necesaria lectura crítica de ésta, parece que la juventud militante está acudiendo de nuevo hoy a la teoría política como un arma de combate. Por otro lado, con este tipo de espacios creemos necesario dejar de entender la política como algo ajeno, combatiendo la situación de despolitización en la que se encuentra la juventud proletaria en general. Así, en el Centro Juvenil Socialista de Burgos se genera un espacio donde las y los jóvenes pueden compartir sus puntos de vista sobre diferentes cuestiones, aprendiendo unas de otras y generando una nueva cultura política. Siendo capaces de dar contenido político a los debates que se están desarrollando y yendo más allá de la agenda que marca la socialdemocracia, haciendo ver en la práctica la posibilidad de organización más allá de la política institucional burguesa. Con el Centro Juvenil Socialista estamos pretendiendo crear una herramienta para la formación política de la juventud en diferentes formatos: charlas, debates, cinefórums, espacios para la lectura y la formación, etcétera. Formación con la cual pretendemos reafirmar nuestro compromiso con la articulación de una nueva inteligencia colectiva, que sea capaz de plantear las preguntas adecuadas para el ciclo que parece abrirse.

De esta forma, ante las dificultades para encontrar espacios para la organización política, que van desde las trabas burocráticas en espacios municipales, hasta el veto en espacios políticos por querer desarrollar un contenido y trabajo político comunista, entendemos necesaria la creación de espacios propios dónde podamos desarrollar nuestra actividad desde la independencia de clase. Espacios donde poder organizarnos, debatir, adquirir capacidades, desarrollar campañas, etcétera. Pues más allá de la crítica al modelo cultural burgués, creemos que debemos ser capaces de generar lugares de socialización sanos, no mediados por el dinero, y en los que no haya espacio para ningún tipo de opresión. Espacios en los que se garantice el libre acceso a necesidades como el ocio o el deporte desde los principios de calidad, gratuidad y universalidad. Y es que creemos que para posibilitar un nuevo modelo de ocio deben generarse espacios culturales y musicales de muy diverso tipo, así como entrenamientos gratuitos, dónde por ejemplo la juventud militante realice un deporte a la par que aprenda a defenderse con clases de autodefensa, algo que, debido al aumento de ataques machistas y fascistas, cobra cada vez mayor importancia.

Sin embargo, la tarea de desarrollar un Centro Juvenil Socialista como el de Burgos no está vacía de obstáculos. Y es que partimos de una cultura basada en la individualidad y la falta de compromiso, nos hemos educado en una dinámica en la que la actividad política era algo meramente voluntarista y efímero y en la que los intereses individuales se priorizaban frente a los objetivos colectivos, o en la que el identitarismo y la lucha de egos era la base de nuestras militancias. Frente a ello creemos que es urgente aumentar los esfuerzos para generar un nuevo modelo de militancia que sea cualitativamente superior al que venimos acostumbradas, y en el que, progresivamente, la disciplina socialista sea superior a la que nos subyuga a través del dinero. El Centro Juvenil Socialista de Burgos se desarrolla asimismo en un entorno hostil hacia la política comunista por parte tanto de la socialdemocracia como del fascismo, que requieren que la juventud socialista tenga que desarrollar capacidades de manera acelerada y aprendiendo a base de una crítica y autocrítica constante.

De esta manera, frente a un proletariado desorganizado, vemos la importancia de tener la capacidad de construir espacios propios, convirtiéndolos en lugares donde mostrar la eficacia política y organizativa del comunismo, generando lugares que sean agradables y estén en buenas condiciones. Espacios en los que, mediante una división socialista del trabajo efectiva, todas aportamos mediante diferentes grados de compromiso; sabiendo que todas las tareas son igual de importantes y han de ser desarrolladas de la mejor manera posible: desde limpiar a instalar la luz, desde preparar formaciones a cocinar tapas que nos permitan financiarnos.

El análisis sobre el papel de los espacios ocupados y autogestionados del que muchas venimos requiere de un análisis en profundidad y no es este el espacio para poder desarrollarlo adecuadamente. Sin embargo, sí que nos gustaría poner sobre la mesa algunos elementos que creemos de relevancia dada la importancia que estos han tenido. Así, hemos visto que, en las últimas décadas, algunos espacios han mostrado ciertas potencialidades para satisfacer necesidades inmediatas del proletariado o servir de espacios de encuentro para militantes durante todo el pasado ciclo de luchas. Sin embargo, también han sido evidentes, a nivel generalizado, ciertos límites en estos, entre los que destacan el localismo y la autonomía entendidas como aislamiento político, que acaban derivando en una situación de vulnerabilidad, o el entender los espacios como fines en sí mismos, desligados de manera intencional de toda propuesta política a largo plazo. No queremos decir que esto haya ocurrido en todos los espacios, ni que no haya habido voluntades de superarlo, pero sí que es un hecho que esto ha imposibilitado un mayor desarrollo político de estos espacios.

De eta forma, y en contraposición con este paradigma, vemos importante señalar que para nosotras el Centro Juvenil Socialista no tiene un sentido en sí mismo, sino que este es inexplicable sin el desarrollo de los nuevos debates que se están poniendo sobre la mesa acerca de la necesidad de construcción del Proceso Socialista. Así, apostando por el desarrollo de un nuevo modelo de uso del espacio, generando recursos propios que resuelvan los intereses del proletariado y conectándolos con la necesidad de la organización comunista internacional, nuestra visión del espacio dentro de la estrategia socialista es diversa a la de otras propuestas. En este caso concreto centrándose en la cuestión juvenil, pero teniendo como fin último el control colectivo y consciente de todos los medios para la producción y reproducción de la sociedad, no solo controlándolos, sino desplegando una nueva forma social en ellos no mediada por el trabajo asalariado o el dinero, nuestra apuesta se dirige en crear nuevas instituciones que consoliden un poder propio, un poder socialista efectivo.

Así, sabiendo que aún está todo por hacer, en este momento de reflujo y derrota creemos imprescindible por tanto la organización de la juventud proletaria desde la independencia de clase y mediante la vinculación a un programa estratégico. Por ello, como un primer paso, creemos esencial impulsar Centros Juveniles Socialistas como el de Burgos, trabajando para que otros nuevos se extiendan por diferentes ciudades, barrios y pueblos. En esa dirección es en la que queremos seguir trabajando.